lunes, 12 de octubre de 2009

Nueva Estrategia de los Timadores

Nueva estrategia de los timadores Se valen de las mascotas perdidas para estafar Por José A. Sánchez Fournier / jose.sanchez@elnuevodia.com “Perdida: Bonita, lora de 25 años extraviada desde el 19 de junio, en San Juan. No se harán preguntas. Se paga recompensa. (787) 593-(xxxx)”.Este fue el aviso que Manuel, de 30 años, publicó en la sección Mascotas de El Nuevo Día el pasado 3 de julio y que lo llevó a encarar a delincuentes que intentaron aprovecharse de su pérdida para timarlo.El inversionista intentaba recuperar a Bonita, su amiga inseparable desde que el joven profesional tiene memoria.“Fue un regalo de cuando cumplí cinco años. Me la dio mi abuela, que en paz descanse”, recordó Manuel. “(La cotorra) viajó conmigo cuando me fui a estudiar y vivir a Florida y a Washington DC, y regresó conmigo a Puerto Rico”.Pero cuando llegó a su casa el 19 de julio encontró la jaula rota, y plumas por doquier. Rateros escalaron su residencia y se llevaron a “Bonita”.Tras la publicación del aviso, varias personas se comunicaron para preguntar sobre el ave perdida. Uno, sin embargo, lo llamó alegando conocer el paradero del plumífero.Timo con disfraz de extorsión“Recibí muchas llamadas, pero una en particular fue bien extraña”, dijo Manuel. “El señor me dijo que sabía dónde estaba, y que esperaba que yo le pagara una recompensa. Me dijo que la cotorra estaba en mal estado y que si yo hacía muchas preguntas, él no se haría responsable de lo que le pudiera pasar”.Manuel puso en duda la legitimidad del interlocutor. “Yo le dije: ‘¿Quién tú te crees que eres? Primero que no te creo, porque si la tuvieras me dejarías ir a buscarla, y yo te pago una recompensa’”, relató el inversionista.Cuando el hombre no pudo describirle detalles particulares sobre el ave, Manuel quedó convencido de que se trataba de un timo.“Él me empezó a hablar de dinero, pero yo le enganché”, explicó.variación de un viejo fraudeEl caso de Manuel y su cotorra no es único. Varias personas entrevistadas por este diario indicaron que tras reportar sus mascotas perdidas a través de los medios, recibieron llamadas de personas que decían tener a los animales y que estaban dispuestas a devolverlas a sus dueños.Pero con un pequeño detalle: antes de la entrega, el propietario del animal debía enviar por medio de una compañía privada de entrega de valores una recompensa que usualmente sobrepasa los $125.“Me llamó un hombre, con un celular prepagado, y me dijo que era un propagandista médico que vivía en Barceloneta y que tenía a mi perrita”, dijo José, un comerciante de Toa Baja al que le robaron una mini Yorkshire Terrier, de nombre Montana.“Le dije que se los iba a enviar, pero no lo hice y empecé a investigar”, explicó el hombre sobre la sospechosa llamada. En medio de la indagación, José encontró que la comunicación telefónica vino del interior de uno de los complejos penales del País. La Policía ha indicado en varias ocasiones que muchos de los esquemas de fraude o timo nacen y se ejecutan desde detrás de las rejas.Pensando que quizás él no era la única persona a la que querían robarle con el engaño, José contactó a otra mujer que anunció, el mismo día que él, a su mascota como extraviada. La mujer, de nombre María, también había sido contactada telefónicamente por un hombre que hacía un relato similar. Quizás intentando darle un disfraz más creíble al timo, el individuo le dijo a María que una supuesta hija se había encariñado con Pancho, nombre que María le dio a su mascota extraviada, un Yorkshire Terrier de dos años.“Primero me preguntó si yo se lo vendía”, explicó María. “Yo le dije que Pancho era como mi hijo, y uno no vende a sus hijos”.Fue en ese momento que el hombre le pidió dinero a María, diciéndole que si le enviaba el dinero primero él le devolvía a Pancho. “Me hablaba con seguridad de que se trataba de Pancho. Yo estaba esperanzada, pensaba que iba a tener el perro ese día”, dijo María sobre las huecas esperanzas que le creó el timador.“Pero entonces José me llamó y me alertó. Repitió muchas de las cosas que el señor me dijo, que le habían dicho a él también”, explicó María.José y María no pagaron la recompensa solicitada. Pero fue un trago amargo darse cuenta de que una persona intentó aprovecharse de ellos cuando estaban dolidos tras perder a sus mascotas, a las que querían como un miembro de la familia.“Pancho estuvo con nosotros desde bebé. Mi esposo y yo estamos bien tristes”, dijo María. “Jamás pensé que me iba a pasar esto”.Sin estadísticasEl agente Julio Ferrau Santiago, de la División de Robo del Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) de San Juan, indicó que en la Policía no se han registrado muchos casos como los de María, Manuel y José. “No hay estadísticas, porque no pasa a menudo”, dijo Ferrau Santiago. “Pero si es fraude, muchas veces es un delito grave. Actualmente uno de los delitos más comunes es el fraude y el timo, en distintas modalidades”, agregó.

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